Colombia y las energías limpias, una combinación futura y necesaria.

Fuente: www.lanotaeconomica.com.co - 3 de octubre de 2018

“Menos del 1% de la oferta energética proviene de fuentes limpias. A 2030 se espera que ese porcentaje esté en 30%. Una tarea titánica”.

Menos del 1% de la oferta energética proviene de fuentes limpias. A 2030 se espera que ese porcentaje esté en 30%. Una tarea titánica”.

En un país como Colombia, que tiene fuentes hidráulicas y térmicas, en gran cantidad para la generación de energía, cabe preguntarse si hay beneficio al invertir en fuentes renovables o limpias para reemplazar, al menos en parte, la envejecida infraestructura actual.

La infraestructura energética del país utiliza fuentes consideradas estándar como son las hidroeléctricas y termoeléctricas para suplir un porcentaje superior al 98% del requerimiento actual. Esto se sustenta en el informe hecho por la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) en 20151 y que, a hoy, no ha sufrido cambios significativos.

Por otro lado, las fuentes que utilizan recursos infinitos o renovables, que se denominan fuentes limpias (generadores eólicos y generadores solares) que existen en el país, contribuyen con menos del 1% del total de energía generado2, lo cual da cuenta del “retraso” que tiene la nación con respecto a la implementación de estas tecnologías.

Para un país que todavía tiene restricciones presupuestales como Colombia, decidir cambiar la tecnología en las centrales generadoras de energía es una decisión que requiere cuidado y debe ser estudiada con detenimiento. En comparación con el costo asociado a un transformador eléctrico y al mantenimiento de las turbinas tanto en hidroeléctricas como termoeléctricas, la instalación de turbinas eólicas y celdas solares suficientes es un costo que puede estar, perfectamente, de 3 a 4 órdenes de magnitud por encima.

La Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) establece, en su marco regulatorio y tarifario, que el costo por Kw de energía dependerá del costo unitario -asociado la generación, mantenimiento y distribución– y el subsidio -resta para estratos socioeconómicos 1 y 2 y suma para 4 y 5–, multiplicado por el consumo.

En este sentido, las vías de distribución y los subsidios son independientes al tipo de fuente que se utilice, y los costos que variarían son los asociados a la generación y al mantenimiento de la infraestructura. En consecuencia, si el costo asociado a las fuentes limpias es muy alto, el impacto en los consumidores también lo será.

Es válido entonces hacerse la pregunta: ¿por qué no seguir con hidroeléctricas y termoeléctricas? Para responderla es procedente considerar que ambas requieren del consumo de recursos naturales finitos y, en especial, pasa con las termoeléctricas, que generan desgaste, deforestación, deshidratación de suelos y contaminación por emisión de gases (entre muchos otros problemas), mientras que los generadores eólicos y los generadores solares utilizan recursos “infinitos”, ya que mientras haya sol tendremos radiación solar y mientras el planeta gire tendremos vientos3. Lo anterior, desde el punto de vista ambiental, permite afirmar que la implementación de estos generadores tendrá un impacto positivo en la calidad de vida.

El caso, objeto de debate, es entonces ¿cómo decidir qué porcentaje de la infraestructura actual puede cambiarse por generadores de energía limpia?

Según la UPME y los reguladores internacionales, Colombia debería tener al menos 30% de la energía generada proviniendo de fuentes limpias hacia el 2030. Si se quiere alcanzar esa meta, la inversión será muy alta y comprometerá recursos nacionales dado que los usuarios no podrían amortiguar el costo sin un subsidio. Es decir, todo depende de la adjudicación presupuestal y las proyecciones que hagan los estrategas financieros del gobierno y, ojalá, lo dejen sancionado para que los siguientes mandatos estén sujetos a cumplir.

En definitiva, el gobierno actual deberá hacerle frente a este tema, ojalá pronto. La actual ministra de Minas y Energía, María Fernanda Suárez, quien viene de Ecopetrol y tiene una carrera ejemplar en contextos financieros asociados a combustibles, deberá afrontar la titánica tarea de darle frente a la renovación de esta infraestructura.

Es importante tener presente que no es una decisión fácil y que los contextos sociales y geográficos de las diferentes regiones del país imponen restricciones que a la larga hacen improbable establecer escenarios óptimos. Como ciudadanos debemos ser pacientes, entender que los gobiernos trabajan para nosotros, pero que deben ajustarse a requerimientos técnicos y financieros. Nuestra posición no debe ser protestar, sino ayudar, entender, proponer y concertar.

Muchos grupos ambientalistas desearían que se acabara el consumo de recursos no renovables, pero deben entender que no es viable, al menos en nuestro presente, lograrlo. El ministerio, de la mano del gobierno, deberá buscar maximizar la reducción del consumo de estos recursos minimizando el impacto en las finanzas personales de los usuarios.

Por último, vale la pena invitar a los ministerios en general a que se apoyen más en la investigación que se realiza en las instituciones de educación superior. Los convenios entre entidades estatales y grupos universitarios son estrategias gana-gana, pues el enfoque del qué y para qué es construcción de conocimiento académico. El cómo y el para quién es la decisión de un gobierno para fortalecer la nación y beneficiar a sus habitantes.

 

1Estudio UPME “Integración de las energías renovables no convencionales en Colombia”, 2015, ISBN: 978-958-8363-26-4
2Web de la Revista DINERO, “Colombia da sus primeros pasos para implementar energías renovables “, 2018 https://www.dinero.com/pais/articulo/colombia-avanza-en-generacion-de-energias-renovables/257078 consultado el 26 de sept. de 2018
3Recordemos que los generadores eólicos funcionan aprovechando el flujo del viento y los generadores solares funcionan aprovechando el porcentaje de la radiación generada por el sol que logra atravesar la atmósfera terrestre.